Durante los últimos capítulos, específicamente desde la muerte de Oliver, estaba sumamente preocupada por Arrow. Se había convertido en una serie predecible, lenta, reiterativa. Lejos quedaron esos momentos memorables de la segunda temporada. Estaba más cerca de transformarse en un grupo de amigos que decide disfrazarse de superhéroes para ir a un baile de graduación.
Por eso el capítulo 3x14 me devolvió un poco de fe y esperanza, sobre todo porque después de un tiempo que pareció una eternidad, finalmente Olvier Queen is back, con esa mezcla de héroe atormentado por su destino, y líder abnegado a su causa. Por fin retomó el curso, el camino que llevo a este show a convertirse en uno de mis favoritos.
Los flashbacks de Starling City no se si fueron los mejores, pero para alguien como yo a la que no le gustan para nada los flashbacks, por lo menos en este episodio estuvieron mejor incorporados a las escenas del presente. No fueron tan pesados, tan engorrosos. Esta vez estaban donde tenían que estar, incluso encontraron la forma de dar algunos guiños a los espectadores que siguen el show y conocen de memoria sus dos primeras temporadas.
Pero creo que la decisión más acertada de The Return fue la interacción en la isla de Oliver y Thea, tanto en la dinámica de hermanos, como también en la de equipo para enfrentarse, no solo a Slade, sino también a las adversidades y a las grandes determinaciones. Thea estuvo casi perfecta, en solo treinta minutos demostró que tiene mucho más carisma que Laurel para poder pertenecer al Team Arrow.
Todo el capítulo, como creo que gran parte de la historia en sí trata acerca de los secretos. No solo de los secretos que podemos revelar, sino también de los que debemos callar, así como también y más aún de aquellos que no nos perteneces. Por eso la revelación de Oliver sobre la verdad en cuento a la muerte de Sara, no solo patea el tablero, sino que además hace que todas las fichas vuelvan a situarse en el juego. La reacción de Thea lejos de caprichos, llantos y recriminaciones, la supera como personaje. Una madurez que forma un nuevo concepto para el futuro, como así también el enfrentamiento con Malcom en el final, escupiéndole en la cara esa verdad que tanta necesidad de ocultar tienen otros, pero que para ella es lo más normal del mundo.
Desde que empezó la serie quizás fue este el capítulo donde mejor se pudo apreciar la lucha para determinar si alguien es un asesino o un héroe. Ya que mientras Malcom expresaba que “para tener alguna esperanza de sobrevivir al próximo encuentro tienes que recobrar tu instinto asesino nacido de una necesidad primaria de sobrevivir”, Oliver convence a Thea de no matar a Slade, manteniéndola del lado que no puede bajo ninguna circunstancia abandonar.
Slade jugando con la mente de Oliver es el otro acierto de este capítulo, desde su llegada “Welcome Home, Kid”, hasta su despedida “¿A cuántas gente puede perder Oliver Queen antes de que Oliver Queen deje de existir?”. Sin ningún lugar a dudas el villano que más perturba los pensamientos, las acciones, y las decisiones de Oliver. Torturándolo de a poco, lentamente, como si encontrara un cierto placer en eso. Afirmándole que Thea ya está perdida, y preguntándole por Felicity para hacerlo sufrir un poquito más, asegurándole que también a ella la perdió en el camino.
Laurel por otro lado sigue siendo la pata floja de la mesa, Un personaje con el que el show pierde firmeza, con el que parece estar siempre en deuda. Laurel sigue siendo un outsider, ya que ahora se convirtió en la única que no sabe la verdad sobre la muerte de Sara. Parece que a pesar de los esfuerzo que hace para ser aceptada en el Team Arrow, al final siempre termina quedándose afuera. La pregunta que queda flotando el el aire es, cuál será su reacción cuando descubra ese secreto que ya todos conocen…
Lo positivo, a pesar de los flashbacks que parece que van a seguir atormentándonos por un tiempo, es tener a Oliver finalmente de vuelta, Arrow no es lo mismo sin él.
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