Después de la segunda temporada, toda serie tiene que superar el desafío de la continuidad. Es una delgada línea que divide, la capacidad de granjearse varias temporadas, y la certeza de que no va a lograr mantenerse en pie por mucho más tiempo.
La cuarta temporada de #Revenge es definitivamente un barco a la deriva. Los primeros capítulos intentaron sin éxito imponer un nuevo foco de conflicto para Emily Thorne, pero Malcom Black murió antes siquiera de terminar de consolidar su personaje.
Atrás quedaron los tiempos de planes perfectamente elaborados, intrigas, traiciones y cruces rojas. Atrás quedó la vengativa e inteligente Emily, la perversa e impenetrable Victoria, y el maquiavélico y brillante Conrad Grayson. Con la muerte de Conrad primero y de Daniel después, la serie fue perdiendo su esencia. Hasta la inteligencia, astucia y ambivalencia de Nolan Ross quedaron enterradas, para dar lugar a casamientos ficticios y juegos demasiado infantiles para un show que tenía la capacidad de mantener en vilo a más de uno.
Y la cosa no remonta, incluso en el final del capítulo 4x14, queda en claro que los productores decidieron cambiar a la implacable y fría Emily Thorne, por una novelesca y atontada Amanda Clark, desplazando el foco de atención, de la venganza más sanguinaria a un deslucido y pálido triangulo amoroso.
#Revenge naufraga por aguas obscuras y hasta ahora en esta cuarta temporada se va rumbeando más para una segura cancelación, que para una posible renovación. Tal vez autores, directores, productores y actores deberían sentarse y volver a ver el primer capítulo, refrescar la esencia de un show que supo ser un gran desafío, y una muy buena provocación.
Resta ver los próximos episodios para darnos cuenta si se despiertan y cambian radicalmente el rumbo,o si inevitablemente sigue hundiéndose en su propia agonía.